domingo, 24 de junio de 2012

LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO

Homilía de la Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista
Es importante que tengamos en cuenta la figura del Siervo, pues, es la clave para comprender no solo la misión de Juan, El Bautista, sino porque nos señala al Señor, Jesús es el Siervo de Dios, a quien el Pueblo de Dios esperaba desde las arcanas promesas hechas a través de los Profetas.
Todos estamos llamados a participar de la salvación de Dios, especialmente aquellos que aun no conocen su Amor.
(El Padre Fancisco utiliza el dramatizado de una persona inmadura que vive su existencia entretenida en su propio "yo", simbolizada en los juguetes de niña, para invitarnos a asumir la Mision que Dios nos dio de aunciar su Palabra)
La profecía, implica ser llamados por Dios para anunciar su Amor a los demás y está expresada en las Sagradas Escrituras: “Desde el seno materno te consagré, desde el vientre de tu madre te llamé para que seas profeta de las naciones”. Con esto, nos queda claro que la misión profética nace desde los primeros momentos de nuestra existencia porque somos un deseo de Dios, El, al crearnos, cuenta con nuestra participación en su Amor y nos faculta para ser anunciadores suyos con nuestra propia existencia, pues, el don de la existencia tiene una riqueza insondable.
¡La  alegría de existir debe ser fuego permanente en nuestro interior, porque ella trae consigo el deseo que Dios tiene; que seamos reflejos de su amor entre los nuestros!
Como el profeta de las Sagradas Escrituras, nosotros también sabemos que no podremos manifestar tanto amor con nuestras propias fuerzas, puesto que nuestra debilidad nos hace ser vacilantes, frágiles, inconstantes y muchas veces egocéntricos; por ello Dios nos da su fuerza, nos concede estar llenos de su Espíritu Santo para que desde Él, su Amor brille en nuestro modo de vida.
El siervo de las Sagradas escrituras dice: “en vano me he cansado”. Por tanto Dios al señalar la Misión, hace que el esfuerzo del siervo sea provechoso, en tanto el siervo haga lo que dice su Señor, Dios mismo le dará fecundidad a todas sus acciones, en cambio, si uno se dedica a seguir el propio parecer sin consultar con Dios para descubrir su Voluntad cada día, se ve avocado a cosechar frustración y desanimo, porque, en vano se ha destinado esfuerzo, en tanto nuestras obras no conducen a nada eterno; se quedan en simples hechos temporales que buscan nuestra propia complacencia.
“Haré de tus labios espada afilada y flecha bruñida” que significa, pues, que Dios, al darnos una misión también nos ofrece las armas y herramientas con las que podremos llevarla a cabo. La espada y la Flecha como alegorías de la Palabra de Dios implican que tiene el poder de penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser. La palabra de Dios al ser anunciada, es capaz de llegar hasta esa realidad de las personas, que ni nosotros e incluso ni ellas mismas son capaces de reconocer por el dolor, la confusión o lo desconcertante que pueda ser el hecho de experimentar de modo concreto nuestra debilidad y aquella maldad que sale de nuestro corazón.
La Segunda Lectura corresponde al discurso de San Pablo en Antioquía de Piscidia. Y nos recuerda que antes que nuestro criterio, Dios tiene su parecer eterno. Por eso escogió a un Rey según su corazón.
Aun cuando el Pueblo se había adelantado a elegir uno según su criterio. (Saúl, que entre otras barbaridades, terminó suicidándose)

¿Cuál es la cualidad del Rey David que obedece al criterio de Dios?
Que es un hombre servicial, humilde, sensible a la necesidad de los demás, diligente y sincero consigo mismo y con Dios en cuanto reconoce sus fallos y sus límites y sabe esperar en Dios como su salvador. Aprendió a desconfiar de su propio parecer para fiarse de la Palabra de Dios.
El Rey David, por tanto, ejercía su realeza desde la Misma Palabra de Dios y a éste Rey, Dios, por medio de un Profeta, le anuncia que de su linaje saldrá Uno que será el Mesías (el salvador que daría al ser humano la libertad interior para realizarse según el plan de Dios)
En San Juan Bautista, la profecía, la misión de Dios por la que es llamado a ser Aquel que allane el camino, a que invite al arrepentimiento en miras a la llegada del Salvador es algo fundamental e identificativo de su persona.
Vamos a desglosar el inicio del evangelio de San Lucas.
Denota la circunstancia en la que se hallaban Zacarías e Isabel. Él, siendo sacerdote de la tribu de Leví, estaba encargado de realizar un turno para el culto en el templo de Jerusalén y justamente en uno de esos turnos, se le aparece el Arcángel San Gabriel (El anunciador) para decirle que su Mujer, que era estéril y ya muy avanzada en años (cosa que a nuestra visión cientificista y pragmática de las cosas nos indica que existe allí un “imposible”) estaba en cinta, y que ese niño sería quien anunciaría la venida inminente del Mesías tan esperado por el pueblo de Dios.
A Zacarías le ocurrió como a casi todos nosotros, que a la hora de confrontar el poder de Dios con la realización de un “milagro” en aquello que consideramos es “imposible”, se nos queda la capacidad de creer como si se nos pegara la lengua al paladar. Entonces Zacarías quedó mudo y vino a hablar solo hasta que, dado el momento del alumbramiento, se hace necesario reconocer a ese niño con una Misión antes anunciada y descreída, y que de hecho estaba confirmada con la asignación de un nombre. "Juan será su nombre"
Lo de los nombres en el pueblo de Israel obedecía a señalar a qué familia pertenecía el niño y por eso se acostumbraba a dar el nombre de un antecesor, que generalmente se refería a su Padre. Pero al Hijo de Zacarías, Dios mismo le designó el nombre y lo comunicó a Isabel por medio del Ángel, pues ese nombre apuntaba directamente a la Misión que desempeñaría y que no era otra cosa que preparar el camino, anunciando a las personas que el salvador vendría a habitar entre nosotros y que eso exigía de nuestra parte un cambio de vida, una conversión.
Cuando la Virgen María, habiendo quedado en Cinta, fue a ayudar a su Prima Isabel (ojo, que fue inmediatamente a la anunciación) el Niño de Isabel reconoce al Hijo de Dios que estaba en sus primeros momentos de gestación dentro del seno Virginal de María. Isabel también queda llena de Aquel Espíritu que hace saltar de alegría a su hijo y reconoce que su Prima es La Madre del Salvador. De ahí que se pregunta: ¿a qué se debe que la Madre de mi Señor venga a mí?... la respuesta es dada en la misma experiencia de confirmación de la misión del Hijo de Isabel… diríamos en voz de María: “A que tu Hijo reciba el Espíritu de Dios para que le prepare el Camino al Mío, pues El poderoso ha Hecho Obras grandes en mí, (…) su misericordia llega a su fieles de generación en Generación… Él ha mirado la humillación de su esclava y se hace en mí su Voluntad) que no es otra que Salvar a todas las personas de la tragedia mortal de vivir sin el Amor de Dios, sin reconocer a Jesús como Nuestro Salvador.
“He ahí al Cordero de Dios, el que Quita los pecados del mundo, el Mesías, Hijo de Dios”
¿Salvador para quién?
Para los pequeños, para los que en medio de su pecado o de su humildad y pobreza corren a Dios porque le reconocen a El, que, sin su misericordia nada son y nada pueden hacer. El Salvador de aquellos que enceguecidos por su propio egoísmo, por su enfermedad o debilidad, están faltos de la VIDA que da Dios atreves de la Fe en Jesucristo. Es decir: Nuestro salvador, Aquel Dios que tanto necesitamos y que muchas veces pretendemos encontrar en el pecado, engañadon por su falsa respuesta a mi necesidad de Amor eterno.



¡Ha Venido el que nos abraza en su Amor!


Invito a todos las Madres y Padres de familia a que orando abran sus corazones para que sea Dios quien haga su proyecto en sus hijos y no, que en ellos se hagan los proyectos de sus padres; pues, muchas veces esos proyectos solo obedecen a un pensamiento de una vida sin Dios que no permite la verdadera realización de la vida de sus hijos. Tener en cuenta que Dios al crearlos ya cuenta con ellos y todo lo que hace falta es entrar en sintonía con El y cooperar para que en los Hijos que se tienen, como en Juan el Bautista, se cumplan las promesas de Dios y sea Cristo aquel que se manifieste en sus vidas.
Pidamos al Señor para que todos los niños que están en esta misa y los que aun no saben cual es la misión de su existencia, la razón de su vida, encuentren el amor de Dios y sepan que en tanto estén abiertos a que Dios obre en ellos, se dará la realización de sus vidas y crecerán llenos del Espíritu Santo, por tanto, llenos de alegría, de servicialidad, de obediencia, de respeto, de inteligencia….
Todos estamos llamados y es también nuestro deber, el participar de la misión profética de la Iglesia, lo que nos implicaa hacer todo cuanto sea posible para anunciar a las personas la Palabra de Dios.
¡Atención!... que no nos veamos en la situación de querer “ayudar” a alguien señalándole el camino hacia la bruja de allí, el nigromante de allá, la que lee las cartas, el truquero aquel, la “vidente esa”, sino que siempre sepamos que lo que las personas necesitan en medio de sus sufrimientos es recibir la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es una escuela de Amor que permite la realización autentica de nuestra vida.
No podemos negarnos a ser profetas en nuestro hábitat cotidiano y más siendo consientes de la necesidad que tenemos de Dios
“la boca habla de lo que abunda en el corazón”




EL PLATO FUERTE

Isaías 49,1-6
Te hago luz de las naciones
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso." Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: "Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra."
Salmo responsorial: 138
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me siento o me levanto, / de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso, / todas mis sendas te son familiares. R.
Tú has creado mis entrañas, / me has tejido en el seno materno. / Te doy gracias, / porque me has escogido portentosamente, / porque son admirables tus obras. Conocías hasta el fondo de mi alma. R.
No desconocías mis huesos, / cuando, en lo oculto, me iba formando, / y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.
 

Hechos 13,22-26
Antes de que llegara Cristo, Juan predicó
En aquellos días, dijo Pablo: "Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: a vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación."

Lucas 1,57-66.80
El nacimiento de Juan Bautista. Juan es su nombre
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

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