DÍA DEL PADRE PÍO EN EL EREMITORIO DE LA LUZ

Homilía dada por El Pbro. Alberto José Guardia Varela
Parrcodo de Molina de Segura
Iglesia de la Sagrada Familia.

Sencillo no significa ser simple, significa hacerse pequeño para entender algo tan sencillo como es la unión que hay entre un padre y un hijo; es una relación profunda que no necesita grades explicaciones.
No necesita de grandes explicaciones pero sí el querer aceptar en qué consiste el misterio de Dios; pues no es en grandes revelaciones ni grandes ideas, ni en profundas teologías en donde podemos encontrarlo a Él.
A Dios se le encuentra en la relación que hay entre El Padre y el Hijo. Cristo ha venido a revelarnos que Dios es Relación; de hecho, así es como se llama en teología a la unión que hay entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las Relaciones Trinitarias; de tal manera que lo importante, entonces, no consistirá en creer en Dios, puesto que en Dios también creen los que no son cristianos; lo novedoso del mensaje de Jesús consiste en aceptar entrar en ésta Relación con el Padre como hijo; el aceptar ésta adopción, el que seamos adoptados por Nuestro Padre como sus hijos y por lo tanto vas ir más allá de una simple creencia.
A mi me gusta explicar esto, cuando vienen a traer los niños para bautizarlos; les digo: _Mirad. Aquí no estamos discutiendo acerca de si Dios existe o no; porque Jesús nunca había tenido esta conversación con nadie. Él daba por supuesto que Dios existe. Es algo indudable, el mismo hecho de existir de la vida es la prueba mas evidente de que Dios existe.
Cristo hubiera querido que nosotros descubriéramos quién es éste Dios. Él no ha venido a convencernos de que Dios existe, sino que Dios es Padre y por lo tanto, la palabra más elocuente que puede decirse, desde un hijo a su padre; que es la palabra mas sencilla que existe y sin embargo, es la palabra, hoy, por desgracia, más dificil de decir de corazón, (porque hoy se utiliza de cualquier forma) Es la primera palabra que espera escuchar un padre o una madre de la boca de sus hijos.
Porque, imaginad que cuando los niños tienen uno, dos o tres años y empiezan a hablar; el niño muy serio se pusiera delante tuya, delante de su padre, delante de su madre y le dijera:

_Creo en ti.
Ya, bueno, pues muy bien, estupendo, no se por qué lo dudabas, pero si.
_Creo que eres mi padre.

Esa no es la palabra que un padre o una madre tienen que escuchar; la palabra que tienen que escuchar es: TE QUIERO. Esa es la palabra, una palabra sencilla pero que cuesta tanto decir de corazón. La palabra que define la relación del Padre y del Hijo es el AMOR. El Espíritu Santo. Una relación que se nos ha dado, un amor verdadero.
_Padre te quiero, te Amo.
Y por eso Jesús nos dice: _para Amar como Él me amó: venir a mi y conmigo lo amaréis igual, porque vuestro modo de amar es un poco egoísta, vuestro modo de amar es interesado, vuestro modo de amar es intermitente, se cansa.

_Ya me he cansado, ya estoy harto, me voy del convento.

Nuestro amor, el amor verdadero, el que hay entre el Padre y el Hijo es un amor que no se cansa, por eso dice Jesús que es un yugo llevadero y suave, que se puede llevar sin ningún esfuerzo porque ¿quién puede decir de un amor profundo y verdadero, de un amor eterno como el de Dios; que pesa, que cansa?. por eso dice: VENIR A MI.
Así que, entonces, hermanas y hermanos, hoy que he tenido la oportunidad de venir a aquí para estar con vosotros, aprovecho la ocasión para deciros que no podéis cansaros de vuestra vida consagrada, porque uno no puede cansarse de Dios, no puede cansarse de amar. y si algunas veces lo pensáis así es que quizás vuestro amor no es un amor sincero, total, no es un amor como el de Cristo, capaz de identificarse, de tal manera, que como el Padre Pío, lleva las marcas de la pasión.

Las marcas del Padre Pío nos recuerdan algo; que el amor de Cristo es apasionado, es una amor loco y apasionado. Una identificación profunda con Cristo que nos lleva, incluso, a físicamente, (esa fue la bendición que él tuvo) a identificarse con los signos de su Pasión. Que nos recuerda, precisamente, que el amor de Dios es así de apasionado; capaz de sufrir, así, lo indecible con tal de salvar a uno, dos... a todos sus hijos, pues no quiere que ninguno de ellos se pierda.

Y ésta es la misión de la vida consagrada, esta imitación de Cristo tan profunda quiere identificarse en su pasión, así que termino con esto, hermanas y hermanos: cuando se os haga dura la vida comunitaria; por que se hace, porque cada uno es de su padre y de su madre, cada uno tiene su genio, su forma de ser y no somos ángeles del cielo, aunque nos revistamos con un habito que quiere decir eso, que no somos de éste mundo, pero aun estamos en la tierra y estamos hechos del mismo barro de la tierra.

Recordar esto: Debemos llegar hasta la identificación con Cristo en su Pasión. ¿que se te hace dificil?, ¿que se te hace cuesta arriba?, ¿que se te hace duro?, ¿que sufres?, ¿que sudas sangre?... "aun no habéis llegado a la Sangre _ decía San Pablo. En vuestro combate por Cristo". y darle gracias al Señor cuando tengáis momentos de dificultad, de crisis y de duda, porque entonces, es cuando realmente estáis amando como Cristo, llevando la cruz de la comunidad, o la cruz de tu propio egoísmo, la cruz de tu pecado particular. Y te estás identificando aún más con Cristo en ello, que en los momentos de transfiguración.

 ¿Saben lo que me recuerda el Padre Pío? ahí donde se encuentra realmente el verdadero yugo, que es verdaderamente ligero, porque el amor no cansa; ¿recordáis las palabras de Santa Teresa? El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa. así que cojamos este yugo suave de Cristo para amar de la misma forma que Él nos amó.

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